Estaba siendo un viernes futbolero a tope, con el estreno de la Jornada 21 en las Islas Canarias, también llamadas Afortunadas, con osasunismo a tope con el bueno de Juan Antonio Alonso y esa colección de rojillismo que atesora en la Txan, con buen rollo en la previa y con todos los condicionantes para poner fin a la recha de no victorias de los nuestros, para acercarnos más al objetivo de los 40. Con 26 se partía en el minuto 1 y estuvimos en los 29 desde el gol de Oroz. Afortunadas dicen…
Afortunadas y un jamón, por no decir nada más grosero. Y es que si es fortuna ir ganando, jugar con uno más y dejarte empatar que baje el de arriba y lo vea. Señor, qué panda de pazguatos, de endebles, de enclenques, de conejos, de simplones… Como si fuesen acólitos de Donald, no el pato sino el otro, el Trumpo. Así es como se han comportado los rojillos. Está visto que la fortuna no va vestida de rojo.
Vicente saltó con su once tipo con las únicas variaciones de Kike Barja e Iker Muñoz por Torró y Pablo Ibáñez. Los demás, los mismos. Y el choque, pese a comenzar con la lógica y esperada presión de los amarillos, fue enderezándose poco a poco y los nuestros empezaron a tener ocasiones. Y varias. Porque el primer tiempo, a los puntos, fue más chistorrero que pío, pío. Pero ya se sabe que en esto del fútbol no entiende de justicia. Aunque de tarjetas sí. Vaya recital de Gil Manzano, el pistolero más rápido de la ciudad LaLiga.
Luego vino el segundo tiempo. Y Osasuna salió a por la victoria. Porque se sabían mejores, se veían mejores. Y Oroz lo hizo, tras una buena jugada, la enésima internada de Areso con balón pasado, Barja metió a la olla de cabeza y Budimir, en su intento de remate, le dejó un balón a Aimar que remachó a gol. No sé si era justo pero merecido sí…
Vinieron los cambios, Vicente reculó en exceso, ellos se quedaron con uno menos, Raúl García de Haro tuvo dos para haber sentenciado el choque y certificar la victoria a domicilio, segunda de la campaña. Hubo hasta polémica con un penalti, inexistente, que anuló el colegiado por una faltita previa de Fabio Silva. Luego la expulsión de Essugo, que podía haberse llamado Berto y teníamos la coña con la camiseta. Y después esa incomprensible forma de echarse atrás con uno más.
Achuchó Las Palmas. Córner a córner, falta a falta. Y en una de esas Gil Manzano pitó otra más cerca del área. Y fue el paso de Islas Afortunadas a Islas Desdichadas. Porque Januzaj lanzó de aquella manera, lejos de hacerlo como Rubén García había hecho en el primer tiempo. Zurdazo mordido, medio raso, que pilló a la barrera saltando, al Joker tumbándose, al gemelo de Oroz blandengue, que decía El Fary, y a Sergio Herrera rilándose en su barrera antes incluso de que el cuero entrara a gol. Afortunadas y un jamón.
No sé qué dirá Juan Antonio Alonso de este partido. Seguro que lo archivará junto a los desdichados encuentros de los rojillos lejos de su Pamplona querida. Pero lo que seguramente hará es poner una marca para recordar aquello que siempre decía el bueno de don Pedro Mari Zabalza. Y es que “si nos confiamos…”. Ahora toca el doblete contra la Real Sociedad, Liga y Copa, ahora tocan nueve días de recuperación, de trabajo, de seguir con el pico y la pala. Ahora toca cambiar la mentalidad y tratar de dar una alegría a la parroquia navarra. Y que Juan Antonio empiece a llenar los cuadernos de las victorias, que se están quedando helados, a unos -20 grados más o menos…
¡Hasta la muerte, Forofillo hasta la muerte!
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