
El grupo indio de rescate Animal Aid Unlimited encontró a este perro agonizando a un lado de la carretera. A primera vista, parecía una pila de rocas, su cuerpo con poco pelaje se encogía como si se escondiera. Estaba prácticamente sin pelo, cubierto de sarna. Su postura simbolizaba la derrota.

Lo trajeron al refugio, pero era más que evidente que este perro había perdido toda esperanza. El no haría nada más que quedarse en una esquina de su celda, se colocaba en posición fetal mientras veía la pared. Su espalda era un testimonio de todo lo que había sufrido, un terrible lienzo de heridas e infecciones.

Pero sus rescatistas no se darían por vencidos. Aunque él no respondiera a sus toques, ellos de manera muy delicada le ofrecieron galletas, hasta que por fin se vio tentado a acercarse a una. Lo más triste de todo, es que este perro no conocía el cariño humano, cuando uno de los cuidadores intentó hacerle cariño por primera vez, reaccionó con espanto, se alejó como si se tratase de una mosca o algo por el estilo.

Los rescatistas de Animal Aid Unlimited sabían como curarlo, por dentro y por fuera. Ellos realizaron distintas maniobras de hidratación y trataron su piel con medicamentos especializados. Diez días después, su piel estaba curada, aunque sus ojos todavía estaban tristes. Aunque parece que disfruta un poco su baño, se mantiene silente y melancólico mientras un voluntario le asea.

Eventualmente, su amor y cariño dio en el clavo. Dos meses después, estaba irreconocible. Cubierto en un hermoso pelaje blanco, el perro responde de manera alegre ante el cariño de los voluntarios.


