Cariño, en el momento en que llegaste a mi vida, todo cambió. Fue como si el universo se detuviera para permitirme absorber por completo la inmensa alegría que me invadió. En ese instante, me di cuenta de algo profundo: era la persona más feliz del mundo.
Tu presencia llenó un espacio en mi corazón que ni siquiera sabía que estaba vacío. Cada pequeño movimiento que hacías, cada pequeño sonido que emitías, se convertía en una sinfonía de felicidad que nunca quería que terminara. El mundo de repente parecía más brillante, los colores más vivos y el futuro más prometedor, todo gracias a ti.
Supe desde ese primer momento que la vida me había dado su mayor regalo. Tu existencia trajo consigo una sensación de plenitud sin igual, una felicidad tan pura y completa que me cambió para siempre. Te estoy infinitamente agradecida, mi amor, por mostrarme el verdadero significado de la felicidad en el momento en que llegaste a mi mundo.